martes, 5 de mayo de 2009

Los amigos


Cuando entré al liceo, tenía tres amigos del colegio. Uno de ellos no entró al liceo que nosotros, por lo que fue costoso mantener la "amistad". No perduró.
Otro amigo, pequeño y moreno, lo tengo hasta el día de hoy como compañero, pero me cuesta entender el significado de amistad para con él. He vivido muchas cosas con él, muchas experiencias, pero incluso hoy me cuesta hablarle ciertas cosas. No encuentro la dichosa confianza. Ahora mismo casi no me junto con él ¿Es un amigo?
El tercero, también es mi compañero de curso, pero es un caso especial. Muchos creen que es una persona agresiva, enojona, hasta chora, pero es todo lo contrario. Como lo conozco desde el colegio, sé que frente a presión, por su inseguridad e ingenuidad, reacciona extraño frente a ciertas situaciones. Por ejemplo, cuando está con una niña, se pone pálido; cuando camina y sabe que lo miran, lo hace como un robot; cuando le rebaten algo, generalmente lo discute con ira (aunque sea un profesor), salvo a personas que el sienta que no lo agredirán (inclúyome ahí). Sin embargo, es una persona a la que me siento en la labor de defender y enseñar (y no digo que no me haya burlado (y lo haya disfrutado) de él en más de una ocasión por su ingenuidad). El problema es que no hay retroalimentación.
Del colegio también tengo una "amiga" que ahora mismo estudia en el curso que yo. Me llevo bien con ella, la quiero harto y sé que ella también a mi, pero hablamos y sé que ella o tomará en cuenta mis consejos. Por eso, en este minuto, dudo que sea amiga.


En el liceo han pasado cosas que no me habría imaginado. Me he juntado con personas que pensé que jamás me juntaría; he aceptado y aprendido a tolerar situaciones diferentes; he madurado mi forma de pensar; he podido ver hasta donde llegan mis capacidades: hasta el infinito y más allá (a la conchesumare).
Ahora bien, en 1ero conocí a un personaje bastante peculiar. Un poco molestoso a ratos, resentido cuando le respondías, pero con algo que me identificaba. Tardé bastante en darme cuenta qué era eso que me identificaba en él. Era tan obvio, pero me vi embobado en la idea de que soy el único pensante aquí (pero pensante en serio, como tú y Lazzaro Bongers sabemos que somos). Y no po', no era nada así la cosa.
Me sorprendió cómo se fue dando la afinidad entre nosotros al pasar el tiempo. Definitivamente, hoy en 4to medio, a este pseudo gringo lo considero un Amigo (con mayúscula, en negrita y cursiva).


Resulta que este Amigo ha tenido 3 momentos claves en su vida: una infancia feliz, una infancia triste y una juventud de desarrollo. Generalmente son los factores que suelen hacer al hombre despertar, pero hay que sumarle una influencia externa que en este minuto estoy buscando en su pasado.
La infancia feliz es importante, porque es la máxima por la cual el ente hará la comparación en cierto momento de su vida. 
La infancia triste es el momento, aunque pequeño aún, de mayor introspección que se tiene. Es aquí donde se aísla, piensa en soledad, se desliga de lo banal. En definitiva, sacrifica lo social por el bien de entenderse y hacerse un ser analítico (muy al estilo de Thoreau). 
En el paso actual, que es la juventud de desarrollo, contrapone todas sus vivencias y empieza a despertar definitivamente hacia la realidad pensante. Ahora es capaz de plantearse problemas mirados de diferentes puntos de vistas y sacar diversas conclusiones (que es la diferencia general entre el pensante y el promedio).


Por todo lo anterior, me sentí identificado de forma muy singular con esta persona, pero como soy un analítico desconfiado, me cuesta creer las cosas inclusive cuando están frente a mis ojos. En navidad, año nuevo y diversos momentos de las vacaciones él me llamó para saludar y juntarnos. El problema es que yo prácticamente no me acordé de él ni de nadie del liceo, lo metí todo a un mismo saco, embuído en mis cosas. El se dio cuenta y se resintió, esta vez completamente justificado. Soy un hijo de puta.
El no le debe tomar mucha importancia ahora, pero me duele que yo haya sido así con él. Definitivamente se ganó mi confianza desde hace tiempo, pero yo no me había dado cuenta que tenía un amigo hasta hace poco.
Aún no se lo digo. Hay un bache en mis pensamientos que me impide hacerlo. Algo hace cortocircuito...


Otro Amigo pude distinguir hace poco. Llegó en 2do medio, se fue y volvió. Compartimos gustos musicales, literarios e ideológicos (menos políticos, ya que se acentúa bastante hacia la derecha). Era lo más cercano a un "pensante" tal cual mi concepción lo reconoce, hasta que me di cuenta que me estaba mirando hacia arriba y, si bien eso se siente bien, no hay nada peor para el desarrollo propio que tener figuras de adoración e ídolos. Uno mismo debe ser su propio ídolo. Decidí tratar de corregirle aquello, aconsejarlo sutilmente. Tiene muchas capacidades y creo en su superación, pero su personalidad hace que su estadía en el liceo sea entre recibir y hacer burlas, lo que lo mantiene aletargado, a mi parecer. Por otra parte, mi otro Amigo no le agrada demasiado la idea de este personaje como amigo. El no le ve las capacidades. Amigo es en general muy asertivo con sus comentarios, por lo que le cuesta ver las cosas de una mirada que contraste demasiado a la suya. Le he dicho que lo conozca, pero sólo convive pacíficamente con Amigo. Supongo que le costará darse cuenta de lo que Amigo es capaz, pero lo hará y sin presiones. De eso no me cabe duda.


Mi segundo Amigo es alguien que tiene las capacidades, la inteligencia y la disposición. Sólo le falta interesarse. Tomarlo como un asunto personal. Empaparse de lo que le quiero decir. Lo malo de su personalidad es que lo que trato de decirle cree que se lo digo como broma y le hace el quite o directamente me agarra pa'l webeo, cosa que no me cuesta recibir y responderle con más webeo, pero no es la idea en este caso. Supongo que todo tiene su tiempo... Sólo necesita un impulso.



Amigos... que aún no les digo que son mis amigos.

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